El mundo ha
podido constatar el talante del régimen y del gobernante Maduro, quien no ha
tenido empacho en declarar que así lo llamen dictador, impondrá su voluntad y el
orden revolucionario, por encima de todo. Califica una vez más de fascistas y
golpistas a los opositores, atribuye a Álvaro Uribe estar estimulando un golpe, insulta a los líderes disidentes y
dicta medidas de detención contra el dirigente Leopoldo López, y contra un
diplomático de impecable trayectoria democrática, el Embajador Fernando
Gerbasi, cuya hija Nathalie sufrió inexplicables represalias. Tratarán además de
levantar la inmunidad parlamentaria a María Corina Machado, ejemplo del coraje
de la mujer venezolana.
Los
estudiantes están indignados y han encendido la mecha de manifestaciones que se
han prolongado a lo largo de varios días, pese a los riesgos de duras represalias.
¿Analicemos el porqué de la indignación de los jóvenes?:
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Indignados porque sienten que
su futuro y esperanzas han sido coartados por el totalitarismo y por la falta
de oportunidades.
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Indignados porque miles de
compañeros han debido abandonar el país, en una trágica diáspora de talento de
la generación de relevo, la cual puede perderse para siempre.
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Indignados porque las
universidades oficiales, que no han podido ser tomadas por el oficialismo ni
por la vía electoral ni por la fuerza, están siendo asfixiadas por la vía
presupuestaria, para arrodillarlas en un inaceptable chantaje.
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Indignados por la represión
insultante de que es objeto la disidencia en el país, con la participación activa
de los cuerpos de seguridad del Estado, y de los llamados “colectivos” armados,
que no son otra cosa que grupos paramilitares que actúan con impunidad ante la
complacencia del gobierno.
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Indignados por los abusos de
poder del régimen, por la injusticia, la falta de independencia de los poderes,
y el abierto desconocimiento a la Constitución y el Estado de Derecho.
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Indignados por la inseguridad
y anarquización imperantes en el país, los asaltos, asesinatos, secuestros y la
ausencia de garantías y de orden público.
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Indignados por el abandono de
la infraestructura, la cual fue en el pasado orgullo de los venezolanos, y por
la falta de inversión en obras públicas, mientras se ofrendan ingentes recursos
a países ideológicamente afines.
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Indignados por la inflación
rampante, la pauperización de la clase media y el desabastecimiento de bienes
de primera necesidad, el cual alcanza un 28%.
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Indignados por el insólito
nivel de corrupción que invade a todos los estamentos del Estado, y por el
recrudecimiento de actividades delictivas y del narcotráfico, de los cuales no
son ajenos altos círculos gubernamentales o castrenses.
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Indignados por las
limitaciones a la libertad de expresión e información, por la hegemonía
informativa del Estado, por la falta de suministro de papel a los periódicos,
todo lo cual priva a los ciudadanos del derecho a estar informados.
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Indignados por la
malversación de los recursos públicos, por la falta de transparencia y
rendición de cuentas, y por el calamitoso estado de la economía, la cual luce
el triste record de ser calificada como la de mayor riesgo país del mundo.
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Indignados por la
cubanización de la nación país y por la entrega sin límites de soberanía a una potencia
extranjera.
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Indignados por la destrucción
institucional del país, entre ellos PDVSA y la Fuerza Armada, la militarización
del gobierno y la subordinación castrense a la causa política del oficialismo.
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Indignados por la siembra de
odios, lucha de clases, por la exclusión, el nepotismo, y por el fanatismo
ideológico que invade al país en todos sus niveles, en especial en el sistema
educativo nacional.
Esas y muchas
otras razones, generan sentimientos de malestar y de protesta, amparada en
preceptos constitucionales. Y es que lejos del mensaje oficialista de que se
trata de un movimiento fascista que trata derrocar al gobierno, este se niega a
reconocer a la oposición como adversaria, salvo que se subordine, y la
considera un enemigo al cual hay que
aniquilar, para implantar plenamente el modelo castrocomunista. La juventud luce
dispuesta a defender sus derechos y su futuro, por la vía de la resistencia activa no
violenta. La comunidad internacional, ausente y tímida en la defensa de los
derechos humanos y la democracia, tiene al menos ahora suficientes evidencias
sobre el talante totalitario del gobierno, y de su total disposición de
acorralar a la oposición democrática en Venezuela, y eternizarse en el poder a
cualquier costo.
"Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios"