sábado, 13 de agosto de 2011

EL PERÚ, PRESENTE Y FUTURO

El Perú ha sufrido en las últimas décadas períodos de turbulencia política, económica y autoritarismos, pero en los últimos 20 años ha experimentado una etapa de indudable progreso. En el campo económico, destaca el proceso de modernización, estabilización macroeconómica y aumento de la inversión emprendido desde el gobierno de Fujimori, tras un mal primer gobierno de Alan García, política que se acentuó durante las administraciones de Toledo y Alan García, emulando así el caso chileno, donde la transición de la dictadura de Pinochet a la democracia no fue óbice para que los gobiernos de la Concertación Democrática y el actual de Sebastián Piñera, mantuvieran un coherente hilo conductor, con visión de largo plazo, que ha llevado a ese país al sitial de la economía más competitiva de la región latinoamericana, por encima de muchos países europeos.
Al concluir la segunda gestión de Alan García el pasado 28 de julio y entregar democráticamente al gobierno de izquierda de Ollanta Humala, es del caso registrar para la historia algunos hechos relevantes. En el quinquenio de García (2006-2011), el promedio de crecimiento del PIB fue de 7,2%, con tres años al 9% o superior, y se generaron 2.5 millones de puestos de trabajo. En los últimos doce meses, de mayo de 2010 a mayo de 2011, la tasa de crecimiento del PIB alcanzó 9,23%, con una fuerte expansión de los sectores comercial, manufacturero y de comunicaciones. Ello no bastaría, sin analizar la evolución del PIB per cápita, que en la pasada década registró aumentos reales del 7,6% en 2007, 8,5% en 2008 y 7,5% en 2010, sólo superados por la cifra alcanzada en 1994, de 10,8%.  
Es también de destacar que la tasa de pobreza en el Perú se redujo del 44,5% en 2006 a 31,3% en 2010, y la de pobreza extrema descendió de 16,1% a 9,8%, ello comparado con un 24,4% en el año 2001. Son pues innegables los progresos económicos y sociales alcanzados en la última década, y si bien subsisten problemas de distribución de la riqueza comunes a América Latina, la CEPAL en su informe sobre el Panorama Social de América Latina de 2010, menciona al Perú como uno de los cuatro países de la región con mayor reducción en los índices de desigualdad (uno de ellos el de Gini), en por lo menos 1,5% anual en el período 2002-2009, porcentaje que sin espectacularidades, muestra un cambio perceptiblemente favorable.
Por el lado del sector externo, el Perú es hoy una de las economías más abiertas de la región, después de Chile y México. El país tiene suscritos acuerdos de integración con los países de la CAN y el Mercosur, y TLC´s con EUA, Chile, China, Canadá, Singapur, EFTA, Tailandia, Corea del Sur, México y la Unión Europea. En otras palabras, parte sustancial de su comercio internacional está amparado por acuerdos comerciales preferenciales. Las exportaciones peruanas han registrado igualmente un sostenido crecimiento, estimuladas por buenos precios de los commodities, alcanzando US$ 36.000 millones en 2010, con un estimado de US$ 42.000 millones para 2011, de los cuales el oro representa un 22%, el cobre bruto y refinado 24,7%, harina de pescado 4,6%, zinc 4,2% y el plomo 3,6%, siendo sus principales destinos EUA 16,4%, China 15,4%, Suiza 10,9%, Canadá 9,5%, Japón 4,1%, Alemania 4,3% y Colombia 2,3%. La proyección hacia los mercados asiáticos es notable, y la apertura de nuevos nichos de mercado para rubros como espárragos, alcachofas, mangos, aguacates, es de escala mundial. En el mercado andino, el Perú aportó en 2010 el 25,4% del total de exportaciones intracomunitarias, y si bien su comercio se proyecta vigorosamente al mercado internacional, el andino es el más importante para las manufacturas.
Entre los factores de debilidad en la realidad peruana, podrían mencionarse: a) La alta tasa de informalidad económica prevaleciente, estimada en un 60% del PIB; b) La excesiva concentración de población y riqueza en la capital Lima, con 8,8 millones de habitantes de un total de 29,5 millones; c) La marcada apreciación del sol peruano respecto al dólar; d) Aumentos en los niveles de corrupción e inseguridad; d) La subsistencia de 61.200 Has. de cultivos de coca; e) La incertidumbre política a raíz de la elección del nuevo gobierno.
El triunfo de Ollanta Humala fue el producto de un proceso electoral que en la primera vuelta estuvo marcado por la dispersión de las fuerzas de centro-derecha, llevando paradójicamente a que, pese a los resultados socio-económicos analizados, se produjera un viraje hacia la izquierda. El nuevo gobernante ha ofrecido emular el modelo de Lula en Brasil y no el de Chávez, tras mensajes confusos en la campaña, algunos de contenido étnico. Al final, Humala optó por designar como Presidente del Consejo de Ministros al empresario de origen judío, Salomón Lerner, financista de su campaña, a Luis Miguel Castilla como Ministro de Economía, hombre de prestigio académico y profesional, a Carlos Herrera, ingeniero de experiencia, como Ministro de Energía y Minas, y ratificó al Presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, con lo cual tranquilizó al mundo económico. No obstante, el acto de juramentación de Humala y los Vicepresidentes con base en la Constitución de 1979 generó una innecesaria controversia, pues afloró el fantasma de la ilegalidad o de una reforma constitucional, ya que Humala no cuenta con mayoría parlamentaria (36%), y requerirá de los votos del partido “Perú Posible” de Toledo (16%), para la aprobación de las leyes.
Ante un desempeño admirable como el que ha registrado el Perú en años pasados, y a un proceso electoral complejo y disputado, es de esperar que el nuevo gobierno no revierta el “milagro” logrado, en beneficio del porvenir del país y de su pueblo, y por encima de consideraciones ideológicas que darían al traste con los pronósticos de la firma Fitch, de que el Perú podría mantener tasas de crecimiento en el PIB superiores al 6% en el próximo quinquenio.


"Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios"

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