sábado, 24 de septiembre de 2011

ENFERMEDAD PRESIDENCIAL Y ESPIRITUALIDAD

La enfermedad presidencial en Venezuela se ha manejado dentro del más puro secretismo cubano, desvirtuando un hecho incontrovertible: que la salud de un Jefe de Estado es un tema de alto interés público. En el caso de Paraguay, la información sobre el cáncer del Presidente Lugo fue impecable, y en la misma Cuba, al momento de su gravedad, Fidel Castro entregó el poder a su hermano antes de someterse a una cirugía y tratamiento mayores. En los Estados Unidos, cuando un Presidente va a ser objeto de una anestesia general, debe ceder previamente el poder al Vicepresidente de la República, y transferir a éste el control de las decisiones nucleares y de alta defensa nacional. En Venezuela no se han observado las normas constitucionales respecto al papel del Vicepresidente Ejecutivo cuando el Presidente deba ausentarse del país por más de cinco días, ni al Vicepresidente le ha interesado que se apliquen dichas normas, en aras de la concentración absoluta de poder. No ha habido ni siquiera un parte médico que indique dónde está el cáncer localizado, como no sean informaciones limitadas del propio Presidente, o las vulgares referencias a que se encuentra “como una pepa”.

Desde junio de 2011, han sido diversas las manifestaciones en el plano religioso, de la superstición o de manifestaciones sincretistas, incluyendo chamanes, babalawos u otras formas de santería y magia, que ponen de manifiesto el submundo de la oscuridad que atrae a los líderes del régimen. Pero cuando el asunto llega al extremo de la transmisión por televisión de un reciente “Bilongo” organizado en Cuba por la salud del gobernante, pasa de ser de un asunto privado a un alucinante acto público de magia, que es visto por el mundo como una expresión del más puro subdesarrollo, como lo está Venezuela en todo, a la par de los más países más pobres del África subsahariana, donde se originan esas prácticas primitivas.
No me las doy de moralista ni de especialista en temas religiosos, aunque me considero un católico fiel, sin fanatismos. No niego por ello el sinsabor que me produjo ver a prominentes figuras de de la Iglesia Católica, Monseñores Moronta y Sánchez Porras, encabezando una ceremonia transmitida “urbi et orbi”, para administrar el Sacramento de Unción de los Enfermos al Presidente Chávez, con la clara intencionalidad mediática de mostrar al pueblo que es un hombre creyente, apegado a principios cristianos. Jamás pensaría que ha debido negársele ese recurso espiritual si lo hubiere solicitado, pero se trata de un sacramento que se administra en forma privada, precedido de la penitencia del enfermo. Es pues inexplicable que se haya hecho a través de un show mediático, aparentando “recogimiento” del Presidente y de algunos acólitos de confesión marxista, perseguidores de la Iglesia, quienes con seguridad comulgaron u oraron como pose, sin una preparación espiritual para ello. Los representantes de la Iglesia, y en particular el Obispo Moronta, fallaron al prestarse a tales propósitos.
Después, Chávez se ha reunido con evangélicos, chamanes, babalawos, o representantes de los más extraños ritos o credos, no en una demostración de ecumenismo, sino de irrespeto o inconsistencia con principios religiosos pivotales. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, en una definición común a otras religiones judeo-cristianas o monoteístas, que el mandamiento primero es: “No tendrás otro Dios fuera de mí”, prohibiendo de manera explícita el politeísmo y la idolatría, la cual “diviniza a una criatura, el poder, el dinero, e incluso al demonio”. Y añade: “La superstición es una desviación del culto debido al Dios verdadero, y que se expresa también bajo las formas de adivinación, magia, brujería y espiritismo”.
Pues bien, se conoce que desde hace años, el Presidente de la República está entregado a la superchería y a ritos de la mano de “sacerdotes” babalawos y colaboradores afectos a dichas prácticas, originadas en la santería y en la magia cubanas, o en ritos “paleros”, que no son otra cosa que hechicería de tradición conga (palo monte), que rinde culto a los muertos y a espíritus de la naturaleza, en forma cercana al espiritismo o a la magia negra. Se dice que hasta en los sótanos del Palacio de Miraflores se practica este tipo de oscuros ritos, y que en Cuba, en cada visita presidencial, se realizan sesiones especiales de hechicería, para invocar a las fuerzas ocultas, ¿o a las del mal? ¿Acaso no es vox populi que la exhumación de los restos del Libertador tuvo el propósito de invocar el espíritu de Bolívar y utilizar sus restos en ceremonias presididas por sacerdotes babalawos o paleros? ¿No debe un gobernante observar respeto o al menos privacidad en prácticas impropias de un mundo civilizado, o guardar consideración hacia el credo mayoritario de los venezolanos? ¿Cómo juzga el mundo que nos rodea a un Jefe de Estado que se involucra en el ocultismo y que a la vez encarga plegarias enmarcadas en la liturgia de otras religiones con valores? Recurrir al sincretismo para tratar de conciliar doctrinas y normas de conducta abismalmente contrapuestas, no es sino otra expresión de la confusión y limitados principios del Presidente, ya no sólo en lo espiritual, sino en lo político. De allí que siga sembrando día a día antivalores en la población, entre ellos muchos contrarios a los fundamentos del humanismo y la legalidad, como lo son la violencia, la represión, la intimidación, y las limitaciones inconstitucionales al pluralismo y al ejercicio de los derechos humanos y políticos, bajo la justificación de que la revolución está por encima de la Constitución, y que los Poderes Públicos deben subordinarse a sus objetivos.  
No deseo mal al Presidente Chávez, pese al profundo daño que le ha ocasionado al país. Su salud está en manos de Dios, único dueño de la vida. Pido más por su recuperación, pues algún día deberá dejar el poder sin violencia ni victimización, y rendir cuentas al país y al mundo de sus desmanes en todos los órdenes. Lo que sí queda reafirmado es nuestra condición de seres mortales, vulnerables, que no existen superhombres, y que en el cementerio no hay ni pobres ni ricos, ni gobernantes o pueblo raso, sino que ante Dios, todos somos iguales. Él tomará cuentas de nuestras actuaciones durante el tránsito por la vida terrenal, y del uso que hemos dado a los bienes materiales o espirituales que ha colocado en nuestras manos, para obrar con amor y hacer el bien.


"Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios"

2 comentarios:

  1. Extraordinaria profesión de fé de un creyente muy singular, por sus destacadas y memorables actuaciones políticas, perversamente tergiversadas por el enfermo. Todos deberíamos divulgar este trabajo y hacer entender a nuestros compatriotas lo negativo de la conducta de un régimen que juega impunemente con la inocencia de un pueblo sano, a quien se le miente constantemente, mientras el país se hunde. Muy bien Pedro. Salud para ti. Rafael Grooscors.

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  2. Gracias don Pedro por esta excelente reflexion que secundo, usted es un hombre noble de valores superiores pero al mismo tiempo claro y directo. La justicia Divina en inexorable y todos debemos someternos a ella, espero que mas temprano que tarde este oscuro personaje deje de generar odio, miseria, división y violencia y que al mismo tiempo el país despierte y nos demos a la tarea de impulsar un nuevo amanecer donde la solidaridad, la libertad, las oportunidades, la paz y el Amor se instaure gracias al esfuerzo fecundo de quienes amamos a Venezuela.
    Cordiales saludos, su amigo
    Antonio Nicolás Briceño Braun

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