sábado, 25 de agosto de 2012

DUELO EN VENEZUELA


Venezuela vive y sufre en silencio, de duelo en duelo. El más grave, el derivado de la desbordada ola de delincuencia que asuela al país, la cual ha alcanzado la  cifra de 160.000 homicidios desde que asumió el poder Hugo Chávez Frías en 1999, situación que luce indetenible ante la pasividad o incapacidad de las autoridades. Ello hace pensar a analistas que es parte de una política de Estado, pues es manifiesta la impunidad, la entrega o posesión de armas en manos de la población, y los antivalores que Chávez ha sembrado desde que, recién posesionado, afirmó que robar por necesidad no era delito. Hoy la población venezolana llora desconsolada a sus muertos a las puertas de las morgues del país, y está sometida a un virtual toque de queda desde tempranas horas de la noche, con grave afectación de su condición anímica y calidad de vida, hasta el punto de constituirse en uno de los principales factores de motivación de una corriente migratoria sin antecedentes en el pasado.  

Otro, el que hoy 25 de agosto de 2012 enluta a Venezuela, originado en un nuevo accidente en instalaciones de PDVSA, el de mayor magnitud que se haya registrado en la historia petrolera del país, ocurrido en el Centro de Refinación de Paraguaná, Estado Falcón, donde se asienta uno de los complejos de refinación más grandes del mundo, con dos importantes refinerías: Amuay y Cardón, en la primera de las cuales se produjo la explosión e incendio. Al momento de escribir estas líneas, se registran con dolor 39 muertos y 86 heridos, además de cuantiosos destrozos en las instalaciones del complejo, y en las comunidades adyacentes al mismo.

Un accidente puede ocurrir en procesos industriales riesgosos, como es el procesamiento de crudos y  combustibles, pero el hecho es que la situación tiende a hacerse recurrente. En efecto, según un comunicado de “La Gente del Petróleo”, suman 79 los percances graves previos en el Centro de Refinación de Paraguaná, con 19 trabajadores fallecidos y 67 lesionados, sin  contar las paralizaciones y averías que han sufrido las refinerías de El Palito y Puerto La Cruz. Todo ello se ha agravado desde que la actual administración decidió expulsar de la empresa a 23.000 de los más calificados recursos humanos de que disponía la nación, hoy dispersos por el mundo. Pero además, por la desinversión en mantenimiento y modernización de instalaciones, y la conversión de una empresa de excelencia en el pasado, en una dependencia política, en caja chica del gobierno, y en “holding” de más de 100 empresas, muchas de las cuales son ajenas al “core” o razón de ser de PDVSA, que es la operación de la industria petrolera nacional.

En mayo de 2011, escribí en este mismo Blog, bajo el link: 
reflexionando sobre las implicaciones de las erradas políticas gubernamentales en las actividades de PDVSA, la “gallina de los huevos de oro” de los venezolanos, operadora energética medular de un país que posee las mayores reservas petroleras del mundo, y que debería encontrarse a la vanguardia del progreso y del desarrollo de América Latina. Pero he aquí que la prioridad del gobierno no ha sido operar los recursos y activos de PDVSA con el criterio meritocrático que existió en años anteriores al actual gobierno, sino privilegiando la transferencia de recursos al Ejecutivo para financiar programas políticos, con descuido de la formación de su extensa nómina, la cual triplica a la existente en 1999, pero en cuyo reclutamiento prevalecen criterios de afinidad con el régimen, más que en la rigurosidad en la capacitación y desempeño. Además, la virtual desaparición de la universidad corporativa de PDVSA, el CIED, que cumplió  un papel relevante en la formación de los recursos humanos de la empresa, así como del INTEVEP, ente destinado a la investigación y desarrollo tecnológico, han tenido resultados nefastos sobre los recursos humanos de PDVSA, mientras que muchos fondos se han desviado a apoyar otros programas como las universidades bolivarianas y misiones de distinto orden, función que debería corresponder al gobierno central.

Aunque el gobierno se ha adelantado a desmentir que el grave accidente haya obedecido a la falta de mantenimiento, es manifiesto que PDVSA ha tenido que endeudarse para cubrir sus gastos operacionales, por un monto total que alcanzaba US$ 50 millardos a finales de 2011, sin sumar el fondo chino; dicha cifra podría elevarse a US$ 70 millardos en el presente año, según fuentes confiables. Nótese además que en la página web de PDVSA del año 2006, se afirmaba que la meta de producción petrolera para el presente año 2012 sería de 5,8 millones de barriles/día, cifra totalmente alejada de la realidad, pues en la actualidad apenas bordea los 2,4 millones de b/d., dado que los recursos de la empresa se manejan con criterios políticos.

Ignoramos cuál es la magnitud de los daños ocasionados en el Centro de Refinación de Paraguaná como consecuencia de este serio accidente, así como las consecuencias que tendrá sobre la producción de combustibles y lubricantes hacia los próximos meses, pero es previsible que la refinería de Amuay estará afectada durante un tiempo impredecible, y que PDVSA requerirá incrementar la importación de combustibles, cosa que contradictoriamente ya ocurre en el presente. Ello sin desdeñar el costo del inconmensurable subsidio que hoy se concede a los combustibles en el mercado doméstico, los cuales se expenden a precios irrisorios, muy por debajo de los costos de producción, ocasionando inmensas  pérdidas patrimoniales a PDVSA y a la nación.

El lamentable evento comentado debe merecer profundas investigaciones y  auditorías de calidad, extensivas a las demás instalaciones de PDVSA, pues constituyen una señal de alarma sobre el manejo operacional, de mantenimiento y de capacitación del personal, y de esa forma determinar si están a la altura de los estándares que deben imperar en la empresa bandera de la industria petrolera venezolana





"Para la verdad, el tiempo; para la justicia Dios"

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